COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PANAMEÑA (CEP)

Raul VenceNoticias

Los Obispos de la Conferencia Episcopal Panameña, al concluir la segunda Asamblea Ordinaria Anual, del 27 de junio al 1 de julio de 2021, compartimos las reflexiones realizadas durante estos días de oración, de análisis y discernimiento, sobre la realidad eclesial y nacional, con el ánimo de contribuir a la búsqueda de bienestar para toda la población que habita esta Casa Común que es nuestra Patria. 

I. REALIDAD ECLESIAL

1. Adhesión al Papa Francisco

Iniciamos nuestra asamblea con la celebración de la Fiesta de San Pedro y San Pablo en la Catedral de Panamá, y manifestamos nuestra adhesión al ministerio Petrino del Santo Padre Francisco. Compartimos su empeño en renovar la Iglesia, tanto en sus estructuras como en establecer mecanismos para la transparencia y erradicar los males que la alejan de su misión de anunciar el Evangelio de la alegría.

El Santo Padre ha convocado a la Iglesia de América Latina y El Caribe a la celebración de la primera Asamblea Eclesial, a la que estamos llamados a participar en el proceso de consulta y escucha para responder a los retos y desafíos que emanaron de Conferencia de Aparecida, en vista a los jubileos Guadalupano[2031] y de la Redención[2033]. En esta misma línea, el Papa ha convocado, a partir del mes de octubre de 2021, el Sínodo de los Obispos, con el tema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Exhortamos a todos los bautizados a participar en las diversas etapas de estos procesos.

2. Los 50 años de la desaparición del Padre Héctor Gallego Al conmemorarse los 50 años de la desaparición del P.  Héctor Gallego, la Iglesia sigue exigiendo con mayor fuerza, conocer la verdad de lo que le sucedió y dónde están sus restos. Su nombre seguirá siendo aguijón que remuerde las conciencias mientras no se le haga justicia.

Para la Iglesia y el pueblo panameño el Padre Héctor Gallego sigue significando un grito de angustia y de clamor de los desaparecidos en la dictadura, en la invasión y en democracia. Para rendirle un justo homenaje a todas estas personas proponemos establecer el día 9 de junio, día de su desaparición física, como el Día de la Reconciliación Nacional, en el que, todos los familiares y afectados, podamos mitigar nuestro dolor e iniciar un proceso de sanación para la construcción de una nación más humana, fraterna y solidaria, donde prevalezca el bien común y la justicia social. 

3. En defensa de la familia

Hemos concluido el mes de la familia, mas no el empeño por mantener vivos los principios que la sostienen como principal célula de la sociedad y la Iglesia. El Papa Francisco ha convocado el Año de la Familia, para que como católicos la valoremos, la fortalezcamos y la defendamos desde la fe.

Como dice el Papa Francisco: “los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano” (AL 35). Por lo tanto, añade el Santo Padre: “nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos” (AL 52).

II. REALIDAD SOCIAL

4. Reforzar las medidas de bioseguridad y vacunarse Ante el incremento de los contagios por el Covid-19 en nuestro país, reiteramos el llamado a que mantengamos con rigor las medidas de bioseguridad, para contribuir a frenar una probable tercera ola en la pandemia. Ya hemos perdido a mucha de nuestra gente, evitemos perder otras más.

Exhortamos a la población a vacunarse y a las autoridades correspondientes a un manejo responsable de las vacunas para que las mismas lleguen a todos lo antes posible. La vacuna no evita el contagio, nos inmuniza para que se minimicen sus trágicos efectos y así que no haya más muertes. Cuidémonos y vacunémonos.

5. Preocupa el incremento de la violencia Lamentamos observar un incremento de los hechos de violencia entre la población, que incluso han llegado a segar la vida de niños inocentes. Es evidente que el confinamiento, la crisis económica, el desempleo, el desasosiego, la corrupción, así como el narcotráfico y el crimen organizado, afectan significativamente al pueblo.

Urge crear un clima de tolerancia, respeto y de paz; así como garantizar la protección de los ciudadanos, para bajar la tensión, la agresividad que amenazan a la sociedad panameña. El fin de la violencia es responsabilidad de todos. No obstante, el trabajo en la familia, en las escuelas, en los medios de comunicación y el trabajo de las autoridades deben conjuntarse para lograr una mayor conciencia que desaliente esa opción para resolver conflictos y problemas que puedan surgir.

6. Reactivación económica y el bien común La creciente pérdida de puestos de trabajo y la aguda desaceleración de la economía plantean grandes desafíos que requieren de la inventiva y la innovación nacional. Una de las consecuencias de la pandemia es el cambio en la forma de llevar las empresas y el salto obligado hacia el uso intensivo de la tecnología.

Nos parecen oportunas las palabras del Papa Francisco sobre la economía social, en la que todos debemos trabajar “La mirada cristiana de la economía y de la sociedad que es distinta de la mirada pagana o de la mirada ideológica, es cristiana y nace del mensaje de Jesús, de las bienaventuranzas, de Mateo 25, de ahí nace la mirada. Y la construcción de una comunidad justa, económicamente y socialmente para todos, la tienen que hacer todos: sindicalistas y empresarios, trabajadores y dirigentes. Tenemos que ir por el camino de la economía social […] En una sociedad donde haya un margen de pobreza muy grande, uno se tiene que preguntar cómo va la economía, si es justa, si es social o simplemente busca intereses personales. La economía es social «.[videoconferencia con ocasión de su XXIV Encuentro Anual de Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, 30 de junio 2021] 7. Seguridad Social Para resolver la problemática de la Caja de Seguro Social se reclama de todos los involucrados una disposición total y una firme voluntad de aportar soluciones. El diálogo es el camino por el que deben transitar todos los actores haciendo su mejor esfuerzo. Sentarse a dialogar no significa rendirse ni renunciar al derecho que en justicia le asiste a cada quien. Optar por recorrer otros caminos distintos es alargar la solución y crear mayor desasosiego entre quienes aspiran a tener un servicio de salud y una pensión o jubilación libre de los vaivenes que provoca el mal que hoy padece nuestra seguridad social.

8. Participación y responsabilidad ciudadana Cada día es más necesaria una ciudadanía, consciente y responsable, que no sólo ostenta su poder a través del voto, sino que también cuenta con los medios legales para incidir en las decisiones públicas desde las múltiples miradas colectivas. En este sentido, es importante brindar a los ciudadanos las herramientas necesarias para conocer y estar en condiciones de actuar desde la planificación de los proyectos hasta la evaluación de los resultados. El acceso a la información, la corresponsabilidad ciudadana y la rendición de cuentas son la clave para cimentar una sólida democracia.

La experiencia confirma que, cuando los gobiernos elegidos democráticamente, son transparentes y tienen claros mecanismos de rendición de cuentas, la administración se consolida, aumenta la eficacia, crece la confianza y se consolida la justicia social y la paz.

9. Es necesario un profundo replanteamiento sobre la situación minera en Panamá Han pasado más de 40 años desde la primera carta de la Conferencia Episcopal Panameña con respecto al desarrollo de la minería en Panamá y esta realidad no ha cambiado. La Iglesia, desde su proceso de reflexión, sigue apostando por un desarrollo en el que el ser humano sea el centro en sus múltiples enfoques y en respeto siempre de sus derechos y su dignidad de hijos de Dios.

Recomendamos que, frente a la implementación y acuerdos sobre proyectos de minería, se debe considerar de manera clara y transparente por el tiempo que sea necesario, las consultas y participación ciudadana, así como una reglamentación que proteja los intereses de la nación. Debemos mirar más allá de los problemas económicos del momento y planificar en función de país, pensando en las generaciones presentes y futuras, sabiendo que las medidas se hacen con el objetivo de la dignificación de las comunidades que podrían ser afectadas. Laudato Sí nos recuerda que “nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano” (144).

La Tierra es nuestro hogar común y la herencia que debemos preservar para las generaciones futuras. Las acciones que ponen en peligro su biodiversidad, equilibrio, belleza y generación de agua, fuente de vida, han de ser revisadas para evitar daños irremediables.

Que San José, custodio de la Iglesia, interceda por el pueblo y la Iglesia Católica en Panamá, y que Santa María La Antigua bendiga el caminar de fe en la edificación de una sociedad nueva.