COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PANAMEÑA (CEP) Primera Asamblea Anual Ordinaria No. 218

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Ustedes son la luz del mundo y la sal de la tierra, (cf Mt 5, 13-16)

Nosotros, los obispos de la Conferencia Episcopal Panameña, al concluir nuestra primera Asamblea Anual Ordinaria, número 218, desarrollada del 6 al 10 de febrero de 2023, tiempo en el que oramos, escuchamos, dialogamos, revisamos y reflexionamos sobre la realidad eclesial y la situación actual del país pos-pandemia, queremos compartir, a través de nuestro mensaje al Pueblo de Dios, lo vivido en esta asamblea.

Damos gracias a Dios por la vida y el pontificado del Papa Benedicto XVI, un modelo de pastor sencillo y humilde, cercano, bueno y sabio, que durante ocho años pastoreó con entrega y sabiduría a la Iglesia Universal. Supo clarificar la identidad y la misión de la Iglesia en tiempos de confusión, buscando siempre la verdad y con una fidelidad total a Jesucristo y a su Evangelio.

Agradecemos a todos los que han participado en el proceso de escucha, los que han brindado sus reflexiones y recomendaciones que han sido parte importante en el aporte de la Iglesia panameña al Sínodo de la Sinodalidad convocado por el Papa Francisco. Como Iglesia seguimos caminando en el proceso sinodal, que nos ha hecho madurar en la fe, a desarrollar una escucha atenta, a abrirnos a otras visiones, a caminar juntos y a ser dóciles a las novedades del Espíritu Santo para acompañar al pueblo panameño en los desafíos económicos, políticos, sociales y ambientales, agudizados por la pandemia.

Se ha incrementado la migración en Panamá, en enero de 2022 fue de 5 mil, y en enero de 2023, ha llegado a 30 mil personas, de los cuales el 20% son niños, quienes están expuestos a la trata humana y las condiciones inhóspitas de la selva del Darién. Una nueva realidad ha surgido con la restricción en Estados Unidos: el incremento de personas en la calle y el hecho que algunos migrantes decidan quedarse en nuestro país. Queremos reiterar que estamos llamados todos, especialmente los cristianos a acoger, proteger, asistir e integrar a los migrantes y refugiados, quienes nos necesitan en estas circunstancias tan difíciles de sus vidas. Como cristianos no podemos ser indiferentes a su dolor y sufrimiento. Hacemos un llamado a las autoridades a continuar el trabajo de asistencia a los migrantes conforme al respeto de los derechos humanos, y desarrollar las formas legales para la integración de los migrantes a la vida nacional.

Nos preocupa el futuro de las comunidades y pueblos donde se desarrolla la extracción minera, cuyos efectos son nocivos para la vida humana y la ecología. Alertamos a las autoridades que toda gestión o convenio con las empresas mineras debe tener como base el respeto al ordenamiento legal en esta materia, a la justicia social, la protección al medio ambiente y la consulta ciudadana de todos los sectores involucrados, para garantizar un desarrollo sostenible, que no ponga en peligro ni a las personas, ni nuestros recursos naturales. No hay dinero en el mundo que pueda compensar el daño que la extracción minera puede causar a corto, mediano y largo plazo, pero podemos asegurar que tenga el menor impacto posible si nos apegamos a los procesos legales existentes.

El aumento de la violencia, de los asesinatos desgarradores y el empoderamiento del crimen organizado, tienen en permanente tensión a comunidades enteras y la sociedad panameña está alarmada, pero no podemos paralizarnos por el miedo sino unirnos como sociedad para combatir las raíces de esta problemática como son la pobreza, la corrupción, la desintegración familiar y la falta de oportunidades para una vida digna.

Estamos sintiendo los aires preelectorales. Ante este momento necesitamos hacer un alto para reflexionar y reconocer las causas profundas de nuestros males sociales, sin dejar de mirar las grandes potencialidades que tenemos para progresar unidos. Por ello, es impostergable enfocarnos en un proyecto de desarrollo humano integral, entendiendo que la mejor política no se limita al esfuerzo sólo de los partidos políticos de cara a unas elecciones, ni a la gestión del gobierno de turno, sino al esfuerzo de todos, comprometiéndonos y asumiendo la responsabilidad personal y comunitaria a través de la participación consciente, crítica, activa e incluyente.

Anhelamos que surjan los mejores candidatos, con propuestas concretas y viables, con la capacidad de consolidar las bases de la democracia participativa. Por todo lo anterior exhortamos a los distintos agentes sociales, a excluir todo lenguaje de odio, discriminación, estigmatización o violencia, ya que es contrario al fortalecimiento de la democracia y le hace daño a corto y mediano plazo a nuestra nación.

Observamos con gran preocupación el alto costo de los alimentos, medicinas y el alza de la energía eléctrica, lo cual condena al pueblo a sobrevivir en condiciones de pobreza y sin la dignidad propia de la persona humana.

La Iglesia ve la necesidad de trabajar por las vocaciones sacerdotales. En esta tarea, tenemos que empeñarnos todos para que más jóvenes opten por la vida sacerdotal, porque sin sacerdotes no hay Eucaristía y sin Eucaristía no hay Iglesia. Sigamos juntos orando y promoviendo las vocaciones sacerdotales.

A los 40 años de la visita de San Juan Pablo II a nuestro país, lo celebraremos con una misa campal el próximo domingo 5 de marzo, a las 8:00 de la mañana en los estacionamientos de Albrook Mall, que será presidida por el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Madariaga sdb. Queremos hacer memoria viva de todas sus enseñanzas impartidas, principalmente sobre la defensa de la familia, en las once horas que estuvo en suelo panameño.

Nos preparamos con gozo a celebrar los 100 años de la creación de provincia eclesiástica de Panamá en el 2025, acontecimiento histórico que ha marcado el caminar de nuestra Iglesia en Panamá. Elaboraremos un itinerario de eventos para esta celebración que daremos a conocer oportunamente.

Vivamos con esperanza renovada y confianza plena en Jesucristo, siendo la sal y la luz que necesita nuestra nación. Que el tiempo de cuaresma, que inauguramos con la peregrinación a Atalaya, nos haga solidarios con las necesidades de los más pobres, y que Jesús Nazareno, siga guiando la fe fuerte y humilde de los que peregrinaremos a su encuentro, para que juntos y bajo el amparo de Santa María la Antigua, podamos transformar nuestro Panamá, en el país que todos nos merecemos y anhelamos.

Panamá, 10 de febrero de 2023.