El Papa agradece a aquellos que se preocupan por todos los que están en dificultad

Raul VenceNoticias

Una vez más el Santo Padre en la Misa en la Capilla de Santa Marta, expresó su gratitud por aquellos que se preocupan por los enfermos, los ancianos solos, las familias que no tienen nada para vivir, en este difícil momento caracterizado por la pandemia del COVID-19. 

Al iniciar pronunció, “en estos días, han llegado noticias de cómo tanta gente está empezando a preocuparse de una manera más general por los demás, y piensan en las familias que no tienen lo suficiente para vivir, los ancianos solos, los enfermos en el hospital y rezan y tratan de hacer llegar alguna ayuda… Esta es una buena señal. Agradezcamos al Señor por suscitar estos sentimientos en los corazones de sus fieles”.

El Papa Francisco en  su homilía dijo, que contra la furia destructiva que despierta el demonio, es necesario el coraje del silencio. Esto es lo que hizo Jesús, y esto es lo que se debe hacer frente a la mezquina obstinación, como las habladurías.

Comentando las lecturas de hoy, tomadas del Libro de la Sabiduría (Sabiduría 2, 1. 12-22) y del Evangelio de Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), subrayó que el ensañamiento de los que querían matar a Jesús era suscitado por el diablo, porque detrás de toda furia destructiva está el diablo…

El Sucesor de Pedro exhorta, a que pidamos al Señor la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando tengamos que discutir; pero frente al espíritu de obstinación, tener el coraje de callar y dejar hablar a los demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación diaria que es la habladuría: dejarlos hablar. En silencio, ante Dios.

Finalmente el Papa Francisco, terminó la celebración rezando la oración: 

“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro  de mi alma,  pero no pudieron hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén”.