HOMILÍA “CELEBREMOS PANAMÁ 2020” MIRADOR DEL PACÍFICO, CINTA COSTERA, DOMINGO 2 DE FEBRERO 2020

Raul VenceNoticias

Quiero iniciar esta celebración agradeciendo la presencia del Señor Nuncio Apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk, en él sentimos la presencia del Santo Padre Francisco, entre nosotros.
Saludamos a nuestro hermano monseñor Manuel Ochogavía, obispo de Colón – Kuna Yala y secretario de la Conferencia Episcopal. Y saludamos y colocamos en nuestras intenciones, a nuestro hermano Uriah Ashley, quien ayer celebró un año más de vida.
También queremos resaltar la presencia de monseñor Américo Alves Aguiar, Obispo Auxiliar de Lisboa y coordinador de la JMJ Lisboa 2022, quien viene acompañado del padre Joaquín Loureiro, Ecónomo del Comité Organizador Local de la JMJ; y del Padre Filipe Diniz, encargado de la Peregrinación de los signos de la JMJ y los Días en las Diócesis de la JMJ. Gracias queridos hermanos, por compartir esta experiencia de comunión eclesial junto a esta pequeña Iglesia.
Esta con nosotros, el P. Emil Parafiniuk de Polonia. Su presencia es muestra de la continuidad de las Jornadas Mundial de la Juventud: DE CRACOVIA A PANAMÁ Y DE PANAMA A LISBOA…. Esto es signo del peregrinar de nuestra Iglesia Católica.
Gracias queridos sacerdotes, religiosas y religiosos, queridos seminaristas.
Queridos jóvenes venidos de otros países y de diócesis de nuestro país.
Hermanos y hermanas aquí presentes y a todos quienes nos siguen por FETV, RADIO HOGAR, RADIO MARÍA, y las redes sociales.
Gracias a todos los medios de comunicación.

Sentimos una alegría inmensa al presidir esta Eucaristía, que es acción de gracias de la memoria agradecida, porque en este lugar miles de jóvenes peregrinos de más de 140 países se encontraron con el Vicario de Cristo, el Santo Padre Francisco, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud.
Ha pasado un año de este histórico evento, en el que nuestro país mostró al mundo su capacidad de organizar una Jornada Mundial de la Juventud, de vivir una experiencia país, donde cada uno de los habitantes de este terruño, abrazó a la humanidad entera, en cada uno de los peregrinos, sin exclusión de nadie.
Querido pueblo panameño, gracias porque con todas sus expresiones y diversidades étnicas y culturales, crearon junto con los peregrinos un ambiente de paz y hermandad que hace tiempo no experimentábamos.
Todos contribuimos a preparar la fiesta del amor de Dios en medio de nosotros. Pero no olvidemos que quien nos llevó de su mano fue María, y el papa Francisco como vicario de Jesucristo, nos afianzo y confirmó en la fe.
Nuestra ilusión de cobijar aquí la Jornada Mundial de la Juventud,  tiene  como signo  esta gran carpa que sirvió de escenario en el campo San Juan Pablo II, y que ahora nos cobija en este Mirador Pacífico, para recordarnos constantemente el espíritu JMJ, que de manera natural está en lo profundo del pueblo y que debemos volverlo cotidiano para fortalecer los cimientos de nuestra identidad nacional.
Realmente hemos visto como en el horizonte ha renacido la esperanza, al ver tantos jóvenes alegres, entregados a vivir la experiencia del encuentro con el Señor Jesucristo. Quienes no conocían la Iglesia Católica, durante una semana pudieron ver  el rosto joven de la Iglesia, una Iglesia alegre y esperanzadora. Porque cada uno de los peregrinos se esforzó en prepararse espiritual, doctrinal y económicamente para participar en la JMJ Panamá 2019.
El lema de esta Jornada: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mi según tu Palabra”,  hizo referencia a esa actitud del peregrino, que se puso en marcha desde tantos lugares del mundo para venir a Panamá. Este peregrinar expresó un profundo espíritu de conversión. Un deseo de volver a Dios.
Al darle la bienvenida a los peregrinos el martes 24 de enero, les dije: “Gracias queridos jóvenes porque ustedes ante todas las dificultades han sabido saltar los escollos y se han querido reunir en este pequeño país, en esta pequeña Iglesia, que podemos decir desde hoy se convierte en la capital de la juventud”.
Lo he dicho y lo reitero: “Hablar de jóvenes es hablar de esperanza porque solo el cambio en el mundo, sólo el cambio en la Iglesia vendrá de la mano de ustedes, queridos jóvenes”. Y les digo a los obispos, a los sacerdotes, a las autoridades, a los grandes tomadores de decisiones, que no tengamos miedo de escuchar a la juventud; no tengamos miedo de sus propuestas, ni de sus críticas, ellos son el mejor termómetro para saber si vamos en la dirección correcta.
Es una gran realidad los jóvenes nos desinstalan, nos incomodan, pero sobre todo nos desafían a ser coherentes y consecuentes. Cuando se empoderan asumen el rol que le corresponde en la historia, solo nos basta recordar la gesta del 9 de enero, hechos que nos hablan de su capacidad por defender la Patria, hasta entregar la vida.
Damos gracias a Dios, por la Jornada Mundial de la juventud, donde María – “la estrella de la evangelización”- fue propuesta por el Papa Francisco como modelo de valentía y coraje para la juventud-  que nos permitió abrirle espacios a jóvenes talentosos, no solo de la Iglesia sino del país y del mundo que quisieron apoyar esta jornada.
Queridos jóvenes nuevamente gracias por vuestra entrega; gracias a todos por el prepararse y preparar la Jornada Mundial de la Juventud, gracias por vuestra disponibilidad a vivir ese momento con la humildad y disponibilidad de creyentes.
Durante estos días la ciudad Panamá fue una gran “Casa de oración y de promoción cristiana”. La Palabra de Dios resonó en todos los momentos y por todas las esquinas de Panamá.
Esperamos que a un año del evento JMJ hayamos podido contribuir a enviar al mundo esos nuevos discípulos de Jesucristo para irradiar en toda la tierra la alegría del evangelio. El evangelio de la misericordia y el amor de Dios.
LA IGLESIA DA PRIORIDAD A LA JUVENTUD
La Conferencia Episcopal Panameña ha declarado un TRIENIO JUVENIL VOCACIONAL  del 2019 al 2022. Un Trienio que nos coloca a todos en la Iglesia a priorizar nuestro compromiso con los jóvenes, para potenciar sus talentos y sus liderazgos, para que sean esa Iglesia en salida a la que nos llama el Papa Francisco.
Esto lo hacemos queridos jóvenes porque seguimos confiando en ustedes, porque esperamos mucho de ustedes. Esa primavera en la Iglesia solo podrá venir de ustedes.
En medio de esta confianza depositada en ustedes hay un gran desafío: formarse, prepararse espiritualmente y a conciencia, conociendo su historia personal, familiar, social y cultural, pero sobre todo su historia de fe.
Su liderazgo juvenil debe incidir en cambios verdaderos y profundos, tanto en la Iglesia como en el mundo, porque en el anuncio de la Buena Noticia nunca podemos olvidar que aún tenemos jóvenes rezagados por las inequidades y la injusticia social, ellos  son nuestra principal opción pastoral.
Una experiencia importante reciente es la MISION VERANO 2020, donde jóvenes líderes de la pastoral juvenil fueron a misionar a distintas áreas en la Arquidiócesis, pero antes se prepararon para hacerlo bien, al estilo de Jesús.
Hoy lanzamos el Trienio Juvenil Vocacional en la Arquidiócesis de Panamá, para que el dinamismo y la ruta trazada por la Pastoral Juvenil anime nuestra evangelización en el mundo juvenil.
FIESTA DE LAS CANDELAS

La clausura de este evento juvenil religioso “CELEBREMOS PANAMÁ 2020”, lo hemos querido hacer en este domingo de la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo. Una fiesta conocida como la fiesta de las candelas o de la Candelaria, por la bendición de los cirios que al comienzo de la Misa tiene lugar. La luz de las candelas representa a Cristo, luz del mundo, según la profecía del anciano Simeón. Es la misma luz que nos ilumina a nosotros para que podamos irradiarla luego a los demás.
¿Cuál es el contenido o el significado religioso de esta fiesta del Señor?
En ella recordamos los hechos narrados por san Lucas en el evangelio que hemos escuchado. María y José, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, lo llevan al Templo de Jerusalén para presentarlo a Dios. Cumplían así con la ley de Moisés que ordenaba: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor».  En este rito se reconocía y se agradecía el don de la vida que viene de Dios; por eso se consagraba a Dios el primogénito, indicando con ello que el primer fruto de la entraña pertenecía a Dios, que era don suyo. Pues esta consagración de Jesús a Dios es lo que hoy recordamos y celebramos en esta fiesta.
Pero si en los demás casos se trataba de una consagración simbólica, en Jesús es una auténtica realidad. Porque Jesús es de Dios y es para Dios: viene de Dios y vive para Dios. Desde su nacimiento, Jesús es consagrado a Dios, pertenece a Dios. Por eso, María y José entregan a Dios lo que han recibido de él: a Jesús, el Hijo del Altísimo nacido de María la Virgen.
Y ¿qué hace Dios con este Niño Jesús que hoy, a los cuarenta días de su nacimiento, es consagrado a él?  Nos lo entrega a nosotros, pues «tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
En un mundo en el que abunda más de la cuenta el miedo y la angustia ante el futuro; en esta sociedad nuestra en la que tantos jóvenes y no tan jóvenes han perdido la confianza en la vida y por eso recurren a la droga, al alcohol y a otras formas de evasión y esclavitud; en este mundo nuestro en el que hay más oscuridad que luz, Cristo es presentado hoy en el templo como hombre verdadero, como gloria del hombre, pues «los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús…
Celebramos la fiesta de la luz, la fiesta de las candelas, porque es la fiesta de Cristo, luz que no conoce el ocaso. Con el anciano Simeón también nosotros podemos vivir y morir en paz, «porque mis ojos han visto a tu Salvador, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel», gloria de la humanidad entera.
Este Niño que Simeón estrecha entre sus brazos, es el hijo de María,  a Ella con gratitud podemos decir por ti, Madre santa, nos llegó Jesús, tú diste a luz a Aquél que es -sólo él- la luz y la vida de los hombres; tú derramaste sobre el mundo en tinieblas la luz eterna, Jesucristo, nuestro Señor. ¡Bendita seas por siempre, ¡Madre de Cristo, luz del mundo! 
ASUMIR NUESTRA VOCACION
La Fiesta de hoy también nos recuerda que cada uno de nosotros tiene la vocación a la que Dios nos llama, teniendo claro que Jesús no nos llama e invita por nuestra vida virtuosa, sino porque sabe que sin Él mi vida no tiene sentido.
Sobre esto el Papa Francisco nos recuerda una gran verdad: Cristo no sólo llamó en Israel a sus apóstoles hace 2000 años, también llama en la actualidad. Sí, el mismo Cristo también te llama a ti, que usas ropa del siglo XXI. Cristo te tiene una misión personal a la que te llama para transformar el mundo de hoy, en esta etapa de la historia.
Ahora en este momento especial pregúntale a Jesús: «Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué misión me tienes encomendada? ¿Qué me pides hoy para llevar tu amor a todos los rincones de la tierra?».
«El Señor nos llama por nuestros nombres y nos dice: ¡Sígueme! No para hacernos correr detrás de espejismos, sino para transformarnos a cada uno en discípulos-misioneros aquí y ahora.
Él es el primero en desmentir todas las voces que buscan adormecerlos, domesticarlos, anestesiarlos o silenciarlos para que no busquen nuevos horizontes. Con Jesús siempre hay nuevos horizontes. 
MISION VOCACIONAL
De manera especial la pastoral vocacional, pretende llamar la atención de los jóvenes sobre su vocación en el mundo. Por eso, con los seminaristas desarrollaron una misión vocacional visitando parroquias, encontrándose con jóvenes para quitar vendas; limpiar oídos, romper estigmas para que no exista ruidos que impidan la escucha de la llamada de Dios.
Como fruto de esta misión vocacional han surgido pequeños grupos de oración por las vocaciones que también serán enviados hoy para ir sembrando en el corazón de las parroquias, las comunidades, de los fieles, la urgencia en orar por las vocaciones en la Arquidiócesis de Panamá.
Este el 2 de febrero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial por la  Vida Consagrada. Todos quienes hemos consagrado nuestra vida, junto a María, seremos esperanza para un mundo que sufre…. Los consagrados ofrecen el testimonio vivo de que Dios está presente en todo lugar y época, de que su amor llega a todos los rincones de la tierra y del corazón humano.
Hermanos y hermanas consagrados: renovemos nuestra respuesta a la elección de Dios, y salgamos al encuentro del Señor con la luz de la fe, la fuerza de la esperanza y el fuego del amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones, para consolar al mundo.
En esta Jornada Mundial de la Vida Consagrada damos gracias a Dios por todas las personas consagradas que, desde las diversas vocaciones y formas de servicio, son testigos de esperanza en medio de un mundo sufriente. Invitamos encarecidamente a todos los fieles cristianos a dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada.
Al igual que los consagrados, Dios nos quiere transformar a todos y hacer de nuestra vida una misión. Pero nos pide una cosa, nos pide que no tengamos miedo a ensuciarnos las manos, de no tener miedo de ensuciarnos las manos». (Discurso de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2019)
A VIVIR LOS FRUTOS DE LA JMJ
Antes de concluir, quiero manifestarle que al vivir la experiencia de comunión eclesial, esto  nos anima a continuar siendo una Iglesia en salida, sin miedo a encontrarnos con aquellos que son distintos, pero no distantes, a buscar a los alejados y excluidos de la sociedad.
Con las comunidades de fe, lo vivimos en la JMJ y ahora en Celebremos Panamá 2020, también, jóvenes de diferentes comunidades de fe se integraron en equipos para compartir la experiencia de la convivencia pacífica, su premio la COPA DE LA PAZ. Gracias jóvenes por su testimonio, de que es posible -sin renunciar a su identidad- caminar juntos en proyectos comunes.
La Virgen María, madre de las vocaciones, acompaña a cada uno de sus hijos en su camino hacia el encuentro con su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para encontrar el proyecto de vida al que Dios nos llama. No tengamos miedo en acudir a ella, que nos responderá presurosa, como lo hizo al salir al encuentro de su prima Isabel.
Lo que vivimos, aprendimos, compartimos y gozamos durante los días de la JMJ tiene que continuar presente en nuestra vida personal, familiar y comunitaria. No podemos dejar que nos arrebaten esa experiencia que marcó un antes y un después en positivo. Nuestro desafío principal es que los dones del Espíritu Santo sigan dando frutos en Panamá.
Me siento obligado a manifestar mi gratitud especialmente a los protagonistas anónimos de la JMJ. A aquellos que nunca salieron en la televisión, a quienes quizás ni siquiera pudieron ver al Papa, pero que colaboraron y trabajaron desde hace mucho tiempo para hacer posible una Jornada inolvidable, por el calor humano recibido de ustedes pueblo panameño.
Esperamos que a un año del evento JMJ hayamos podido contribuir a enviar al mundo esos nuevos discípulos de Jesucristo para irradiar en toda la tierra la alegría del evangelio. El evangelio de la misericordia y el amor de Dios.
Que el Señor nos bendiga y nos mantenga siempre alegres, agradecidos y comprometidos con la construcción de su Reino en nuestro querido Panamá.