HOMILÍA MISA POR LA FRATERNIDAD, RESPONSABILIDAD Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA, CON LA ASISTENCIA DE LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA

Radio HogarConferencia Episcopal Panameña, Noticias

Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo Metropolitano
Catedral Basílica Santa María la Antigua / sábado 4 de mayo de 2024.

Monseñor Dagoberto Campos Salas, Nuncio Apostólico de Panamá
Queridos hermanos miembros del Comité Ecuménico y Comité Interreligioso de Panamá
Autoridades Nacionales
Magistrados del Tribunal Electoral
Sus Excelencias Embajadores y demás miembros del cuerpo diplomático acreditado en Panamá
Representantes y Observadores de Organismos Internacionales y Nacionales
Observadores de la Iglesia Católica
Muy respetados Candidatos y Candidatas Presidenciales de los diferentes partidos Políticos y de libre postulación
Comunicadores de los Medios de Comunicación Social
Hermanos y Hermanas:

Nuevamente nos encontramos en nuestra Iglesia Catedral Basílica que tiene una larga, noble y hermosa tradición que abre sus puertas para acoger a los hijos e hijas de esta tierra panameña quienes, encabezados por nuestras autoridades aquí presentes, queremos unidos orar y pedir al Señor la luz y la sabiduría necesaria para que esta elección general podamos realizarla con responsabilidad, paz, tolerancia y respeto.

Panamá desde sus inicios ha sabido cultivar esa tradición de comenzar sus momentos más importantes y decisivos orando y agradeciendo a Dios por un país bendecido por tantos dones.

Aprovechando la oportunidad que hay en este recinto santo una audiencia excepcional, consideramos obligante, presentarles con esperanza y optimismo, esta reflexión, al fin y al cabo, hoy es el Día de la Reflexión. Ella no pretende ser una catequesis política, sino un aporte que nos permita analizar e interpretar el momento actual.

La Iglesia Católica en Panamá asumió su responsabilidad en este proceso electoral, de formar y orientar a la ciudadana sobre su rol protagónico para transformar su realidad con un voto informado, responsable y consciente, para elegir a los mejores.

También los obispos nos comprometimos a realizar la tradicional Observación Electoral, que lleva adelante la Comisión de Justicia y Paz desde 1989. Para estas elecciones tenemos casi cuatro mil observadores de la Comisión de Justicia y Paz, en todo el territorio nacional.

El proceso electoral debe ser una fiesta cívica, pacífica y responsable que le permita a todos los ciudadanos ejercer con seriedad el sagrado deber de elegir sus autoridades pensando en los más elevados principios y valores de justicia, solidaridad, civismo. Debe ser un compromiso que fortalezca la democracia y refuerce la institucionalidad del país. Un esfuerzo por el Bien Común.

Las diversas comunidades de fe, hemos venido acompañando al pueblo en sus luchas y anhelos por una mayor participación política y por la consolidación de un estado de derecho. La Iglesia católica lo ha hecho aportando desde los valores éticos y morales, apoyada en el magisterio de su Doctrina Social.

UNA FIESTA ELECTORAL
Hoy estamos aquí quienes podemos garantizar que vivamos un torneo transparente y en paz, a una ciudadanía deseosa de ir a cumplir con su deber y derecho a votar. No podemos dejar de cumplir con este deber y este derecho, no hacerlo sería un pecado grave de omisión.

Estamos convencidos que los panameños y las panameñas celebraremos mañana “una fiesta electoral”, donde a pesar de las diferencias políticas, seremos capaces de empinarnos sobre nuestras diferencias y respetar al diferente o al que opta por determinado partido o candidato.

Como todos sabemos, las elecciones ponen en evidencia las preferencias de cada persona. En ocasiones esas preferencias se manifiestan con gran intensidad. Pero los gobernantes, los líderes partidarios y los candidatos de libre postulación, junto a los medios de comunicación, tienen la principal responsabilidad y la tarea de moderar las pasiones y encauzar constructivamente nuestras energías, para aportar a un clima de paz. Permítanme referirme a cada una de ellas:

El Tribunal Electoral, institución en la que hemos puesto en los últimos años nuestra confianza, para llevar adelante un proceso electoral limpio, justo y transparente. Estamos en este momento histórico, en que se urge que cumplan celosamente esta misión con el profesionalismo de todos sus funcionarios y el amor a la Patria.

La Junta Nacional de Escrutinio: Ustedes darán fe de quienes serán electos a través del voto del pueblo panameño. Los animamos a llevar adelante su labor a favor de la democracia, anunciando al país, luego de tener una certeza, quien de estos candidatos es nuestro presidente.

Los candidatos presidenciales: Señores candidatos y señoras candidatas, entre ustedes está el próximo presidente de la República de Panamá. Les reiteramos que el que salga electo, tiene el compromiso de quitarse la camiseta del partido o de la libre postulación y ponerse la camiseta de Panamá, porque será el PRESIDENTE de TODOS LOS PANAMEÑOS. Y quienes sean desfavorecidos, deben poner sus dones y talentos para impulsar nuestro país a partir de finalizado los comicios.

Los partidos políticos y movimientos independientes: membrecía y simpatizantes de los distintos partidos y facciones del país, así como los independientes. Contribuyan con el sano ejercicio de defender sus votos, pero en concordia y tolerancia. Los representantes de las mesas de votación están llamados a propiciar un sano ambiente de convivencia y de trabajo en los Centros de votación, que faciliten el sufragio, fomenten el respeto mutuo y promuevan la colaboración entre todos. Cada Centro Electoral, cada mesa, debe ser un lugar en que se haga patente la vivencia de la democracia, la valoración de la ciudadanía y la aceptación de la diversidad de opciones y opiniones.

Los observadores nacionales, internacionales y de la Iglesia Católica: Ustedes serán testigos de nuestro ejercicio electoral, su presencia nos permite tener garantes del desarrollo del proceso electoral. Gracias por su aporte y a la tranquilidad del país.

Medios de comunicación social: La dignidad del votante exige que resplandezca la verdad como elemento esencial para la paz, la convivencia, la democracia y la vida institucional. “La verdad los hará libres” (Jn 8,32) nos dice el evangelio. Ustedes comunicadores, serán nuestros ojos, oídos y en algunas ocasiones, nuestra voz. Todos los medios tienen un rol muy especial en esta coyuntura electoral. Gracias por colocar sus talentos a favor de la democracia y la institucionalidad.

La policía y entes de seguridad: Miembros de estas instituciones de seguridad, ustedes garantizan que cada ciudadano ejerza su derecho a votar en un clima de libertad, orden, respeto y serenidad. Tienen la obligación ética y moral de observar y cumplir cuidadosamente las normas preestablecidas por Constitución y las leyes sobre las elecciones. Estamos seguros de que cumplirán noblemente con esta misión.

¿QUÉ ESPERAMOS, DESDE LA FE DE LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS?
Quiero aclarar que conocemos los límites que tiene la acción de la Iglesia en la vida de un país. Y esto nos lo recordó el Papa Benedicto XVI al decir: “La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero, tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien”. (DCE., nº 28).

El gran ideal de la Iglesia es que podamos recuperar la buena política y el amor social, del que nos habla el Papa Francisco, que se respeten siempre los derechos y la dignidad de las personas y se defienda y se concretice el ideal del «bien común», esa es nuestra principal motivación.

Nuestras elecciones se dan en un tiempo de gracia, en un tiempo muy especial: La Pascua, cuando celebramos que Jesucristo está Vivo. ¿Qué incidencia tiene la Pascua en nuestra vida ordinaria? ¿Qué significa para nosotros celebrar la Pascua en el momento actual?

Tenemos que vivir la inmensa alegría de experimentar en nuestro propio ser el misterio de la muerte y resurrección de Cristo: la alegría de morir con Cristo a lo viejo, lo caduco, lo que San Pablo llama las “obras de la carne”: la envidia, la soberbia, le pereza, la desilusión, la desesperanza.

En las vísperas de las elecciones de este domingo 5 de mayo, es oportuno que renovemos nuestra vocación ciudadana y política. Esta llamada se hace de manera especial para los laicos, porque como lo expresó nuestro querido San Juan Pablo II: «Los fieles laicos «de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política, es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común». (Christifideles laici, 42).

No podemos decir que somos buenos cristianos, si no somos buenos ciudadanos. Por ello: “El lugar que Dios les ha asignado es tan noble, que no les está permitido abandonarlo» (Carta a Diogneto, n. 6).
El ciudadano tiene el poder de cambiar el rumbo del país, especialmente la juventud. Esta es una oportunidad en que todos, podemos hacer la diferencia en este proceso electoral, derrumbando las paredes de la corrupción y del juega vivo.

Porque ante los que piensan que nada se puede hacer contra la corrupción, la falta de ética y de valores en el ejercicio de la política, estamos quienes desde la fe y la oración sabemos que con la resurrección de Cristo el bien venció al mal. Toda tiniebla será disipada, con la luz de su Resurrección. Por eso hemos realizado una jornada de un mes orando por este proceso.

Todo aquel que verdaderamente ha resucitado con Cristo, debemos comportarnos como tal, como resucitados en el Señor, que ha hecho todo nuevo.

En este sentido, a la mayoría de los candidatos presidenciales y otros de puesto de elección popular, los he escuchado con mucha atención, y en su gran mayoría son personas de fe, y los que no tienen fe, son gente de buena voluntad, que han manifestado un profundo sentido humano y una sensibilidad social. Debo decirles que no pueden separar su compromiso político de su fe y de sus valores. Eso sería no ser coherente, porque la fe han que vivirla en todos los ambientes en los que el creyente actúa.

Ustedes están llamados, ante todo, a una actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación de la sociedad. Son ustedes los que pueden devolverle el verdadero significado de la política: que es el arte del buen servir, con sus acciones en sintonía con el Resucitado.

ACUDAMOS A LAS URNAS A VOTAR
La elección presidencial, de la asamblea nacional y de otros puestos de elección, en las actuales circunstancias constituye un reto para los ciudadanos conscientes y preocupados por el futuro del país; y pone de relieve la fuerza y la transcendencia del voto responsable y libre de cada ciudadano. ¡El voto decide! Ir a votar es un acto de responsabilidad y de amor a la patria, a su gente y a su destino. Pensar en la patria es mejor que encerrarse en el interés personal o grupal y mejor que dejarse vencer por el pesimismo. La abstención nunca favorecerá al pueblo.

Hay que ejercitar nuestra conciencia ciudadana y cristiana para elegir a aquellas personas que por sus calidades humanes, éticas y morales, estén mejor capacitadas y dispuestas a comprometerse con la búsqueda del bienestar integral de todos, a través del ejercicio eficaz, honesto, responsable y transparente de sus funciones.
Por medio del voto, libre y consciente, estamos llamados a derrotar la corrupción, el clientelismo político y otros intereses deshonestos en la esfera política. ¡Que todos voten, que voten a conciencia, y por Panamá!

PERDONARNOS, SANAR LAS HERIDAS Y RECONCILIARNOS
Después de una intensa campaña electoral, donde se ha dicho de todo y en contra todos, sin lugar a dudas ha dejado muchas heridas que debemos sanar.

Somos un país pequeño, todos estamos entrelazados por relaciones familiares, de amistad y de trabajo. No podemos seguir haciéndonos daño. Debemos fortalecer esos lazos fraternales, para que podamos caminar juntos a construir el Panamá que queremos y el Panamá que merecemos.

Queremos una patria reconciliada, donde haya perdón, donde seamos capaces de dejar atrás – quizá sin olvidar – lo que nos ha dividido y lo que nos ha hecho sufrir. Para ello es necesario recuperar a Dios en nuestras vidas y darle el lugar que le corresponde en nuestro devenir histórico.

La construcción de una Patria fraterna reclama de manera particular el compromiso de quienes tenemos responsabilidades de liderazgo. En definitiva, construir una Patria fraterna supone en todos, la disposición a avanzar decididamente por el camino del diálogo, el respeto irrestricto a la ley y a las instituciones, el compromiso perseverante por el bien común, garantizando a todos una educación a la altura de los tiempos y un trabajo digno y estable. Es trabajar para lograr la justicia social: lo que significa que haya oportunidades para todos, en igualdad de condiciones y en equidad. La Patria florece cuando vemos “en el trono a la noble igualdad”.

Somos conscientes de que las campañas electorales activan el entusiasmo y la pasión por la propia opción política con el peligro de que se desborden en actitudes intolerantes que llevan a la violencia en el lenguaje y actitudes. Ante estas situaciones apelamos al buen juicio y nobles sentimientos de los ciudadanos, que en otros momentos han sabido conjugar las diferencias políticas con el deseo de vivir en paz y armonía.

EL SUEÑO DEL PANAMÁ QUE QUEREMOS
Como todo panameño y panameña tengo un sueño y mi sueño es que en Panamá el hombre y la mujer sean respetados y valorados; desde que son concebidos en el vientre materno, hasta que lleguen al ocaso de sus días. Quiero que en mi país todos vivamos con dignidad, libres de toda discriminación social, política, cultural, racial o religiosa.

Quiero que en Panamá prevalezca la justicia social y la equidad, que no haya muchos en la extrema pobreza y pocos en la opulencia. Que cada niño tenga una escuela digna donde estudiar y los recursos necesarios para hacerlo.

Que los enfermos puedan tener acceso fácil a la salud y a sus medicamentos.

Que cada jefe de hogar tenga un trabajo honrado, estable y justamente remunerado, que le permita cubrir las necesidades básicas de su familia.

Que cada familia pueda habitar tranquila en una casa digna, donde pueda reunirse a comer, a jugar, a orar, y a amarse entrañablemente.

Quiero que quienes poseen más riquezas las compartan con los desposeídos. Que los más fuertes no se desentiendan de los más débiles. Y que los sabios se responsabilicen de los que permanecen en la ignorancia.

Que nos empeñemos mucho más en crecer en fraternidad que en mejorar los índices económicos o levantar grandes industrias y edificios irrespetando al medio ambiente.
Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos se merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Ellos tienen el derecho a ser amados y valorados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo sano y transparente.

Por último, quiero para mi patria lo más sagrado que yo puedo decir: Que Panamá vuelva su corazón hacia el Señor. Hacia el Dios de la Vida. Que le agradezca en cada aurora y en cada crepúsculo por tener una Patria y un país, especialmente por ser una nación y un pueblo creyente que se fatiga en cada jornada por ver, convertido su sudor en una nueva esperanza de seguir viviendo y gritar pleno de emoción: ¡Gracias Dios Nuestro, por Panamá!

Finalmente quiero pedirles a todos los asistentes un aplauso de reconocimiento a todos los Candidatos y Candidatas Presidenciales y los menciono en Orden Alfabético… Melitón Arrocha, José Gabriel Carrizo, Maribel Gordón, Ricardo Lombana, José Raúl Mulino, Zulay Rodríguez, Rómulo Roux y Martín Torrijos.

Hermanos y hermanas, estamos ante la presencia del futuro presidente que se dará a conocer con los votos de la mayoría de los panameños. Querido futuro presidente: Recuerda, si bien, el poder otorga la fuerza, solo el amor da la autoridad.

Invito a que el candidato o la candidata que sea electo este domingo 5 de mayo, así como aquellos que no hayan sido favorecidos por la mayoría de los electores, tener presente que las exigencias del Bien Común derivan de las condiciones sociales de la época que vivimos y éstas se encuentran estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales.

Y esto atañe directamente al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la protección del ambiente y a la prestación de los servicios esenciales.

A los ciudadanos los exhortamos a ejercer el sagrado derecho a votar, y a votar bien, por aquellas personas que realmente han demostrado con acciones y en su trayectoria el amor a la Patria y al prójimo.

Ruego a Dios Padre que con la ayuda de Santa María la Antigua, nuestra compañera de camino desde los inicios de esta nación, interceda y nos haga dóciles a la acción del Espíritu y así unidos en la verdad, este sueño lo podamos hacer realidad, en una patria libre de divisiones, y de intereses egoístas.

Que juntos podamos entonar siempre en paz y armonía el canto de alabanza que nos recuerda el coro de nuestro himno nacional: “Alcanzamos por fin la victoria/ En el campo feliz de la unión;/Con ardientes fulgores de gloria/Se ilumina la nueva nación”. AMEN.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ