En estos momentos compartimos el dolor y la impotencia que vive el pueblo y la Iglesia Católica en Nicaragua, ante la intransigencia que lleva a violar derechos humanos fundamentales como es el derecho a la vida digna, la libertad de expresión y de protesta, la libertad de movilidad y la libertad religiosa.
Nos solidarizamos con el Cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, ante las agresiones que sufren sacerdotes y fieles, así como por los actos sacrílegos en la Catedral; y el asedio e intimidación en la Parroquia San Miguel Arcángel en Masaya. Condenamos estos actos de profanación y de agresión que hieren sensiblemente la fe del pueblo católico.
También nos unimos al llamado de los obispos nicaragüenses al Estado para que escuche el clamor del pueblo que pide se respeten sus derechos. La Iglesia en Nicaragua, en distintos momentos de la crisis social, política y económica, ha insistido en la urgencia de deponer intereses y encontrar caminos de escucha, diálogo y respeto para lograr la tan anhelada paz, en justicia y en busca del bien común. La respuesta jamás será la violencia.
Como una sola Iglesia, nos unimos en oración para que se encuentren estos caminos de respeto, diálogo y reconciliación entre los nicaragüenses, un pueblo de hermanos y hermanas.