Nuestro país necesita de sus mejores hombres y mujeres para detener esta pandemia que nos ha dejado 6,781 (seis mil setecientos ochenta y un) fallecidos, hasta ahora y otros miles con secuelas que aun no podemos dimensionar.
En este momento de la historia, no vacunarse contra la COVID-19 es negarse a cuidar su vida, el don más sagrado, y la de otras personas que quieren estar protegidas contra este virus nefasto.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que vacunarse contra la COVID-19 ayuda a reducir la probabilidad de contagiar a otras personas y, por tanto, también protege a estas, especialmente a quienes tienen más riesgo de presentar síntomas graves, como los profesionales de la salud, los ancianos y las personas que sufren determinadas enfermedades.
Decidir vacunarse o no contra la Covid 19 tiene repercusiones. La decisión personal impacta al resto de la sociedad, especialmente cuando hablamos de una pandemia mundial que ha impactado a la humanidad, poniendo en evidencia nuestra fragilidad.
Somos conscientes que no existe una vacuna que nos de una inmunidad total; por eso debemos seguir cuidándonos y manteniendo las medidas de bioseguridad, para detener la propagación del virus. Tenemos casi dos años de pandemia y ya se ha constatado la mutación del virus, en nuevas cepas.
Es un compromiso cristiano cuidar la vida, y en estas circunstancia debemos protegerla contra la COVID-19. ¡Hay que vacunarse!
Que el Dios de la Vida ilumine las mentes, y abra los corazones para que todos acudamos a vacunarnos.